Fiat lux

Pensé largamente en la expresión «pericuerpo de luz» y, sin pretenderlo, por el puro capricho de huir hacia adelante, me encontré divagando sobre ese puñado de canciones que son mis favoritas dentro del rock argentino. Con un orden dado por mi fluctuante estado de ánimo allí están Teléfonos/White trash (Sumo), Sin disfraz (Virus), Corazón delator (Soda Stéreo), Curarme (Los argentinos), Bajan (Pescado Rabioso), Eiti Leda (Serú Girán), Sulky (Gustavo Cerati), Viva Satana! (Babasónicos) y, por descontado, Tazas de té chino (Don Cornelio).

Cada una de ellas a su modo representa la condensación de toda una obra excepto en el caso de Curarme, que es una canción -se me antoja- meláncolica, que no tiene demasiado que ver con la tónica de su disco, Volumen 1, a la postre el único de Los argentinos.

Quizá por lo demasiado trajinado de los títulos suelo disponer para ellas un cariño flotante, que salta sin culpas de una en otra, que por lo común se posa sobre la más secreta.

Tazas de té chino no es ningún secreto. De hecho es el track 9 de uno de esos discos que se empeña en no envejecer, tal el caso del primer album de Don Cornelio (por ese entonces Don Cornelio y la zona): el Carmen Yazalde del rock argentino, como comenté alguna vez a modo de humorada entre amigos.

Yo no soy muy amigo de preocuparme por la letra de las canciones. No busco significados ocultos ni alegorías. Quizá de Gustavo Cerati haya tomado aquello de que la letra debe acompañar a la música. La poesía hay que buscarla en los libros de poesía. O llegado el caso en un amanacer. O en la espalda fatigada después de un largo día de trabajo. Las canciones de rock son otra cosa.

Pero, en efecto, Tazas… tiene una letra que es un fuerte inexpugnable: no hay por dónde entrarle. Y respeta la idea antes planteada: la música es una melodía muy sencila que gana en intensidad -va perfecto con la voz de Palo Pandolfo al borde de romperse- y la letra es una enumeración caótica, que por lo demás exhibe una pompa que ya no se estila.

En estos años en que la rima fácil ha consagrado numerosos hits instantáneos toparse con palabras como vitrola, irascible, calimba (instrumento musical africano), anaquel (me da un poco de risa pero es un término reservado a libreros y bibliotecarios), escalpelo (ídem anterior respecto de cirujanos e instrumentistas), coruro (roedor) y pericuerpo son de un derroche que roza la obscenidad..

Para asir el término pericuerpo hay que darle un voto de confianza a las ciencias alternativas, en particular las que estudian el espíritu, lo que puede chocarnos -y nos choca- a los jóvenes criados en el catecismo del método científico. Toamos aire, hacemos un voto de fe y leemos: es una envoltura fluídica que rodea el cuerpo y sobresale unos 5 cm de él. In-com-pro-ba-ble. Imposible de falsar.

Sin embargo, sin movernos del ámbito de la música pop, tenemos al alcance una evidencia palmaria de la existencia de algo que yo asimilaría a esa vaga idea de pericuerpo, aunque admito que bien pueda apelarse a denominaciones más mundanas.

Regina Spektor. Lollapalooza. 1997.

Se trata de un show de casi una hora en que nuestra heroína, apenas armada de un piano y su sonrisa, echa sobre la mesa diez o doce canciones pop, todas iguales, todas distintas, sencillas en el piano, arriesgadas en la voz, en la que materializa la idea que yo tengo del pericuerpo o, para volver a Tazas de té chino, la idea que yo tengo de lo que es un pericuerpo de luz.

Es ella y sus bucleas colorados, la sonrisa que muestra los dientes más allá de lo debido, la nariz tosca, los ojos chispeantes, el viento que apenas la roza, su mano derecha haciendo percusión contra el banquito, la hebilla mariposa, la botella de agua, el vestido desabrido, su anatomía modesta, el rojo rabioso del lápiz de labios. Es ella contra lo que transmite. Podemos hablar de gracia, de carisma, de talento, de empatía, de presencia escénica.

Yo prefiero hablar de un pericuerpo de luz.

7 opiniones en “Fiat lux”

  1. Lo tiró. Estuve todo el post anterior estrujando la memoria tratando de reconstruir el sonido, la melodía, la continuación del verso, y nada, hasta el final. ¡Don Cornelio!

    Zappa tenía esa misma idea, sobre la letra de las canciones, pero creo que Palo hace algo más que agregar sonidos articulados a la música cuando se zarpa con frases como «bajaremos, incontenibles, hasta donde el diablo pueda olernos» u «hoy enconté tu olor fugándose en la casa»…

    Soné, ahora tengo que poner Don Cornelio….

    1. Hola Alma de Budín!
      He escuchado varias versiones de Palo en vivo y siento que tiene una rara inclinación a descarrilar, no sé. Todo suena tan compacto en aquel viejo primer disco de Don Cornelio que el resto me hace ruido, pero ha de ser una cuestión generacional.
      Gracias por pasar.

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