La aristocracia del humor

The Aristrocrats es una rareza, un film que, bajo la estructura de documental, examina los entresijos de una broma que los humoristas transmiten de generación en generación y sin embargo no cuentan en público.

La estructura de la broma es simple. Un comienzo: una familia se presenta a una oficina de caza-talentos para mostrar un número; un remate: ¿cómo se llama el acto?, pregunta el agente cazatalentos; ¡The aristocrats!, es la respuesta.
Lo que varía es el desarrollo en sí, aunque tampoco es que varíe demasiado: se trata de poner a la familia a componer cuadros escatológicos que involucran perversiones de todo tipo y descripciones a cuál más escatológica. ¿Y cuál es el chiste? No sabría definirlo con precisión, pero aunque la broma es contada hacia el minuto 10 de la película no hay que descartar el efecto de la acumulación (¿o de la saturación?) haga lo suyo. Y, como se dice en alguna parte, lo que prime sea el cantante y no la canción. De un modo o de otro, hay que ver para creer.

Los 84 minutos que dura el documental se convierten en un desfile de grandes luminarias de la comedia americana y, mejor que eso, en un estudio sociológico de la función del humor, su evolución a través de los tiempos y sus límites.
Se trata de una película grosera con toda intención, que desde el vamos se guarda el propósito de gustar y muestra que más allá de lo absurdo del objeto de análisis (acaso la broma más estúpida del mundo) hemos recorrido un buen trecho a través de la historia y que, por mucho que esa marcha esté llena de tropiezos, de falsos atajos, de cuestas irremontables, de amenazas ora explícitas, ora latentes, el humor se revela como una interrupción, la veta por la cual la piedra más dura habrá de rajarse, la puesta en crisis que nos incomododa, nos pone en ridículo y que, por oposición, demuestra que no vivimos en el peor de los mundos posibles. Y que los humoristas son, cómo no, una aristocracia de facto.

Ficha IMDB | Comentario en Miradas.net | Trailer

2 opiniones en “La aristocracia del humor”

  1. Me encantó ese documental, y si no alcanza el inglés, hay que verlo con subtítulos en argentino para tener la dimensión real de la cuestión. Me pregunté, como Eric Idle en el documental, cuál sería el remate para que tuviera un resultado homologable acá, donde no hay aristócratas. Me di cuenta que no tenemos ningún sustantivo con esa cualidad, porque no hay casta que nos resulte respetable. También me pregunté quién podría ser un buen contador de ese chiste acá, donde lo escatológico no nos resulta necesariamente ajeno: ¿cómo ofender y escandalizar a un argentino? En Estados Unidos alcanza con esos intentos (especialmente el de Bob Saget, quien es doblemente gracioso si uno conoce Full House, por ejemplo), pero acá, me resulta difícil: cualquier chiste de Jorge Corona está a la altura, ¿cuál sería la novedad?
    Pocas cosas nos hacen pensar en la cultura, en el contexto de un producto social como el chiste. En ese sentido el documental es extraordinario, y yo me reí desde que empezó hasta que terminó.

  2. Muy buen comentario, Leandro. Después de pensarlo un poco sólo puedo agregar que esa falta de una referencia a la cual atacar desde el humor, esa ausencia de barreras que la incorrección reclama para que el humor haga lo suyo, son la expresión de una sociedad que pasa un período de anomia.

Deja un comentario